Cuando Ronaldinho buscaba contratarse en México se rumoró bastante acerca de los equipos que podrían contratarse. Entre las especulaciones surgió el nombre del Club León. No sabemos qué tan real pudo ser el interés pero sí que el Balón de Oro brasileño terminó en Querétaro.
Al oficializarse el fichaje, hubo una sensación de alivio por parte de varios aficionados esmeraldas, entre los cuales me incluyó. El aporte deportivo de Ronaldinho sería muy inferior a lo esperado proviniendo de un ex jugador que vivía de lo que un día fue y cuya letalidad no estaba en las redes, sino en los bares. Evidentemente el Querétaro, un club necesitado de reflectores, se fijaba en el aspecto económico y publicitario para acometer el fichaje. Un proyecto deportivo serio como el leonés no podía permitirse semejante lujo.
Hoy día, tras recibir diez goles en apenas dos juegos de liga y finalmente quedar como penúltimo de la tabla general, por delante de un equipo (Morelia) que podría jugar en liga de ascenso por su nivel y por detrás precisamente del Querétaro, resulta doloroso comprobar que hubiese sido mejor contratar a Ronaldinho. Los resultados deportivos son igualmente negativos.
El rival
Mucho mérito no hizo el equipo de Vucetich para marcar cinco goles, aprovechando las ventajas que le dio el Club León. Pero la realidad es que no realizó un partido sublime, se limitó a sacar rédito de los escandalosos errores del conjunto verde.
El equipo queretano salió con un 4-2-3-1 que dejaba a Emanuel Villa en punta, con Ronaldinho detrás como enganche. En realidad, consciente de lo que significa el fichaje del ex del Barcelona, Vucetich armó un entramado que le permitiera al equipo superar la falta de aporte del brasileño. Lo único que le pidió el entrenador al brasileño fue que vigilara la posición de Vázquez. Si bien no puso una especial intensidad en la tarea, Ronaldinho cumplió su misión y varias veces los compañeros del “Gallo” tuvieron que saltárselo en algunas fases del juego.
Por detrás de Villa y Ronaldinho había dos líneas de cuatro, en el que fueron claves Pineda y Da Silva para dar salida a la pelota y jugar en campo contrario. Querétaro trataba de que la pelota le llegara a los laterales y de ahí pasar por los pies de los arriba mencionados para jugar en campo de La Fiera y esperar el aporte de Danilinho.
Para defender, los Gallos Blancos tenían dos premisas: si León se encontraba masticando la jugada ya fuese en la salida o en el mediocampo, los jugadores queretenses saltaban por el poseedor del esférico según marcas prestablecidas. Es decir, marca al hombre. El resultado no fue del todo satisfactorio, pero lograron que en algunas fases de juego los leoneses se precipitaran en sus pases.
Les fue un poco mejor en la acumulación por dentro, cuando ya el equipo verde superaba la presión, formaban un bloque bajo que no entraba en propia área y que favorecía la concentración de jugadores en el carril central, cerrándose mucho los centrocampistas dejando con libertad a Ronaldinho y viéndose incluso más trabajo defensivo de Villa.
Club León
El León salió con una línea de cuatro en defensa en la que la novedad era la inclusión de Magallón como lateral derecho, lo que en teoría debía fortalecer la capacidad defensiva. En esta ocasión Pizzi incluyó un solo delantero en el equipo, Miguel Sabah, lo que culminó el dibujo con una especie de 4-3-3 o 4-5-1. Prefiero el primero, porque volvieron a juntarse los tres amigos para generar juego, Vázquez en la base posicional y Montes con Peña como interiores, intercambiando sus zonas de desempeño. Elías y Cárdenas partieron en las bandas según sus perfiles naturales, pero mientras el primero abría el campo, “Chema” brindaba mucho más juego interior y se acercaba a los creadores, con lo cual podía también ayudar en la recuperación.
A diferencia del León del bicampeonato, la ayuda de Cárdenas resultó totalmente intrascendente porque el Club adolece totalmente de alguien que haga el papel en ataque posicional que tenía Britos y que activaba las mejores versiones de Montes y Peña. Es decir, Britos hacía un recorrido ofensivo por la izquierda del ataque que hacía dudar a los defensores y que daba dos opciones de pase tanto a “Gullit” como a “Chapo”, casi siempre eligiendo a Boselli, en aquellos días, pero que daba primero, opciones de pase, segundo más libertad para pensar a ambos jugadores y tercero, menos marcas para el “9” del equipo, que contra Querétaro fue Sabah.
Para atacar, el Club León buscaba primero, que las asociaciones entre los tres compadres le asentaran en campo rival, y luego, la apertura a la banda de Elías o la de “Aris” y que por dentro Montes en base a pases y Peña por verticalidad con sus conducciones pudieran generar algo.
Donde cambió mucho la mentalidad fue para defender. La reciente sangría frente a Monterrey caló hondo y Pizzi dispuso que esta vez el equipo cediera la iniciativa o dejara salir al rival. El bloque defensivo fue más bien bajo, con los mediocampistas flotando al poseedor del balón y esperando más que buscando el error en el pase. En realidad, la defensa flotó tanto que desapareció.
El partido
El arranqué del partido estuvo lleno de imprecisiones, probablemente por los nervios que suponen llevar torneos tan malos ambos equipos. Querétaro trató de demostrar que no tenía miedo al escenario y mostró su presión al hombre para intimidar. Por su parte el equipo local volvió a mostrar las asociaciones en zona central como queriendo recordar viejos tiempos, cuando quitarle la pelota al León no era una posibilidad.
Antes de cinco minutos ya se habían visto las diferencias para defender entre ambos contendientes, el Club León se preocupaba de ocupar los espacios y Querétaro de la pelota y su poseedor. En esas cayó un gran gol de Elías, rayo de luz en la tormenta, que contó con la inestimable ayuda de Pineda.
El partido recordó entonces al de aquél empate a un gol contra Chiapas Jaguar, éste torneo y en éste estadio. León fue de un buen nivel bajando gradualmente hasta que le empataron. Aunque seguía dejando una salida relativamente cómoda, los jugadores estaban concentrados y tenían algunas posesiones largas que culminaban con Elías. Incluso Montes, Vázquez y Peña dieron nuevamente un reflejo de lo que fueron y nos animaron a creer en un nuevo amanecer. Se intercambiaron, Peña trató de ser directo, Montes tanto filtraba al frente, donde Cárdenas procuraba aparecer de sorpresa por detrás de Sabah y dejaba de paso espacio para “Aris”, como daba pases horizontales en busca de madurar la jugada. Querétaro seguía a lo suyo y si bien no era atosigado, necesitaba un respiro que a veces le concedía el “Gallo” por su indecisión en tres cuartos. Urge que Vázquez sepa que cuando la pelota le llegué ahí no puede hacer nada mejor por el equipo que finalizar la jugada con su excelente disparo.
El problema del sistema defensivo esmeralda (flotar al poseedor, defender el espacio) fue que si se perdía la concentración dejaba demasiados hombres a la espalda de los mediocampistas y bastaba un trazo de calidad para borrarlos del mapa. Vamos a explicar el gol del empate de Querétaro.
Vemos que León se coloca mal, defiende mal y decide mal. Vázquez cae fácilmente en un engaño, los interiores se desconcentran facilmente, Canuto salta a cortar cuando menos debe, se pierden marcas… parece claro que por características de sus jugadores, la forma de defender debe ser radical, defensa profunda, compacta e intensa o presión alta, con muchos elementos y continua. Pero no defensa del espacio.
El partido siguió su curso y Vucetich prestó especialmente atención a Montes, quien no podía ir a la banda y se sumaba al atasco central, donde era más fácil marcarlo. Si al inicio del encuentro se preocupó de ayudar al “Gallo” en la salida, con el tiempo fue adentrandose en una maraña, y la preocupación de Magallón y “Aris” por darle opciones de pase al “Gallo” fue infructuosa, porque no servía para abrir el bloque bajo del visitante cuando León pasaba la media cancha.
De pronto Ronaldinho se quedó cargado a la izquierda, como cuando lanzaba desde ahí en Barcelona y Querétaro mejoró. Pineda y Da Silva aprovecharon el espacio y condujeron libremente para activar a los Dinhos con balones en tres cuartos que les evitaba recorrer metros desde atrás.
En una de esas, los Gallos Blancos consiguieron una falta ventajosa y Ronaldinho pusó la pelota en la cabeza de un adelantado Yasser, consiguiendo ventaja en el marcador y recordando la fatalidad que acompaña al equipo este año.
Lo que siguió fue esperpéntico, dos equipos empeñandose en demostrar que defienden muy mal. El segundo tiempo dejó una serie de apuntes muy importantes.
- Montes. Definitivamente, mientras más lejos del área, mejor. Su capacidad para manejar el partido es la única solución a un León en crisis de identidad e incapaz de desbordar defensas cerradas. Debe evitar recibir de espaldas y esperar siempre en la base de la jugada, donde evita marcadores y oxigena al equipo.
- Gonzalo Ríos. Es un gran rematador en potencia, y ahora lo más cercano a un “9” en condiciones que tiene el equipo. Se antoja clave durante la baja de Boselli, pero su accionar ocupa los mismos espacios que Sabah. Pizzi debe elegir cuidadosamente su acompañante.
- Caicedo. Lo sucedido anoche no tiene nombre. Primero, porque es increíble la baja forma que mostró el ecuatoriano físicamente cuando se presume que el preparador es muy exigente. Segundo, la forma en que lo exhibió Pizzi. O no conoce el estado de forma de sus jugadores, o lo vio bloqueado mentalmente, o… podemos especular, pero la realidad es que el doble cambio alrededor de su figura es un reflejo del actual caos esmeralda.
- Sin “vía Britos”. No se trata del nombre, se trata del accionar. Ni Caicedo ni Bravo han sabido dar esa segunda opción de pase a la izquierda del delantero que provoque dudas en los rivales, abra espacios, aligere la presión sobre Peña-Montes y cause confusión en el rival. El atasco del equipo se vería aligerado si se pudiera interpretar mejor dicho movimiento. Afectado por esto también lo estuvo “Chema” Cárdenas.
- Yarbrough. Sigue el problema de sus salidas por alto. Volvió, mejor dicho.
Queda el equipo en una situación desoladora, vergonzante. La serie de circunstancias adversas ha minado la confianza y ni siquiera un esquema que parecía fiable hace poco da soluciones. No es momento de cambiar ni de lamentarse. León tiene que pelear y ganarse cada punto para dejar dentro de un año una herencia que no deje problemas de descenso y demuestre que este Club aún puede.
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