Escribí en un artículo para Sphera Sports analizando la llegada de Osorio a la selección y su figura, y me detuve en que si algo le ha costado al colombiano con sus clubes ha sido el arranque (es decir, el inicio del proceso) y el juego posicional contra equipos que plantean sistemas defensivos bajos. Si a esto le sumamos que dirigiría un equipo que no ha ganado en dos décadas contra su rival como visitante, tenemos un coctel de riesgo del que seguramente era muy consciente el entrenador nacional.
Decidir si un planteamiento es ofensivo o defensivo no puede establecerse por el número telefónico de la formación. De hecho, poblar la defensa con cinco defensas en el fútbol actual suele ser en vistas a un fútbol muy ofensivo, como es el caso del Bayern Munich. Tampoco los nombres de un once inicial pueden dirimir la cuestión. Incluir más o menos defensas o atacantes no significa atacar o defender más. En suma, que para conocer las intenciones de un entrenador hace falta observar el partido y conocer sus circunstancias.
La selección mexicana salió con un 5-2-3, en repliegue 5-4-1. La formación de Osorio contaba con tres centrales, en la primera parte quien fungió como líbero fue Diego Reyes. En las bandas quedaron Layún, por fin como lateral derecho, y Alanís como lateral izquierdo. Delante de ellos se situaron en un doble pivote Héctor Herrera y Andrés Guardado, con perfiles naturales. Y en ataque Aquino fue extremo izquierdo, a pierna cambiada y Hernández junto con Raúl Jiménez se repartieron la punta de ataque y la caída a banda derecha, aunque el jugador de Leverkusen pasó más tiempo alejado del área.
¿Cuál fue el plan de Osorio?
Primeramente la precaución. De la línea defensiva, cuatro jugadores eran centrales. Particularmente hablamos del caso de Alanís, convertido en lateral izquierdo. En los centrales, Diego Reyes y Moreno garantizaban un buen trato del balón, al menos en salida. Ayala es un jugador más de empuje y juego aéreo, un duro. Y hasta trató de que Layún, en su perfil natural, evitase lagunas defensivas.
Con la línea defensiva blindada, Osorio pudo tomarse libertad en el mediocampo. Así que alineó a los mejor centrocampistas mexicanos de la actualidad. Guardado, que en Holanda se ha mostrado como un jugador posicional excelente y Herrera, que en Portugal y en Liga de Campeones, se ha mostrado como un interior de buen juego, que retiene bien la pelota y que tiene llegada y disparo. El intento fue compensar con talento en mediocampo la fortaleza defensiva y probable falta de apoyos en ataque. Finalmente el ataque buscaba conservar las opciones de dos delanteros sin perder la baza de tener dos extremos que permitieran salidas rápidas. De ahí el trabajo de Aquino, que se acercaba a recibir y conducir y el de Chicharito, cercano al extremo derecho para recibir y aguantar la llegada de compañeros.
¿Qué salió mal?
Hay que decir que el juego mexicano distó de ser perfecto. Si bien el plan no era encerrarse ni aguantar al rival, durante el primer tiempo distó mucho de presentar un juego natural y fluido. A eso contribuyó que Honduras salió con una línea de cinco también. A la población en defensa le sucedían cuatro mediocampistas muy móviles que se las arreglaron para ocupar zonas de mediapunta, bandas e interiores, incluso para acompañar al único delantero que presentaron. Pero además, y aunque en las primeras fases la selección mexicana mostró intentos de salir jugando, los catrachos se mostraron mucho mejor presionando arriba que defendiendo en bloque bajo. Así, cuando un central mexicano trataba de salir, se encontraba receptores marcados y agresiva presión enemiga. Los lateral estaban ahogados, Alanís y Layún desnaturalizados, uno por estar fuera de posición y Layún por estar desnaturalizado (curioso que estando en su banda a pie natural este desnaturalizado). Si Herrera y Guardado recibían, era de espaldas y debían retornar la pelota. La solución fue pelotazos a Chicharito y Raúl. Honduras entonces apretó adelante y consiguió pisar área sin calidad y a trompicones. Con los laterales bloqueados, los mediocentros inutilizados y los delanteros alejados, las líneas se separaron y tanto México como Honduras cayeron en la intrascendencia. Lo más destacado del primer tiempo fue la desgraciada lesión de Garrido.
¿Qué cambió en el segundo tiempo? (Por qué ganamos)
Honduras dejó de apretar (cuestión física y mental) y además permitió recepciones de mediocampistas mexicanos delante de mediocampo. Incluso en una ocasión muy clara, Guardado tuvo tiempo y espacio para habilitar a Chicharito. Entre el arquero hondureño y Raúl Jiménez evitaron el uno a cero, pero el camino ya estaba preparado.
La entrada de Corona suponía un tipo fresco y con más posibilidades de salir que Aquino, pero además muy probado en el área. Cogió un rebote en una pelota parada y en base a calidad destrabó el partido. La entrada de Damm supuso algo similar: el gol que marca es fruto de condiciones naturales como la velocidad, pero también de que, al ser la primera pelota que tocaba, llegaba con claridad mental a su cita con el gol.
Entonces Osorio cerró el partido con la entrada de Vázquez, especialista en carril central y apagar incendios en bandas. Ocurrió lo impensable: México se quedaba sin delantero centro. Ya era hora de que el fútbol moderno llegará a la selección. Aunque no se suplió con un “falso 9”, sino que Corona se turnaba de la banda a la punta y hasta Héctor Herrera llegó a pisar la zona. Al final, el cambió de Vázquez fue providencial por la lesión de Alanís. México acabó con un 4-3-2.
Conclusiones
Cuando llevas 22 años sin ganar un partido, que lo haces de nuevo no es casualidad. La selección no maravilló y Honduras no fue un rival precisamente de primer nivel de la zona. Pero un descuido pudo ser importante. Osorio realizó los movimientos acertados en base a una virtud: sensatez. Protegió sus talentos jóvenes, neutralizó el empuje emocional del local cerró el partido cuando fue necesario. Se cuidó de arrancar mal y pone cimientos para su incipiente trabajo. Eligió correctamente sus jugadores, por ejemplo, Talavera sólo cometió un error que no pasó a mayores. Es un buen inicio.
¿Por qué no jugaron Peña y Vázquez (De inicio)?
El estar jugando con cuatro centrales en una línea de cinco permitió la libertad o compensación de usar dos mediocentros creativos. Esa cualidad borraba de inmediato la inclusión de Vázquez, que a medida que se acerca a zona de tres cuartos toma peores decisiones, excepto cuando se trata de disparar. Eso lo descartaba de antemano por mero parado táctico.
En el caso de Peña, hay que decir primero que Herrera y Guardado son mejor jugadores, pero además, mucho mejores pasadores. Al “Gullit” le cuesta el pase corto y su fortaleza es su capacidad para arrancar y saltar líneas rivales por potencia. De haber jugado hubiese sido un riesgo en el enlace de mediocampo. Pero si hubiese sido agradable verlo en posiciones más adelantadas, aunque para ello requiera trabajo específico. Después de todo, puede jugar de segunda punta.
Por @Akelandos.